Ellos se habían comunicado mutuamente durante algunos meses, anterior a su encuentro, a través de un medio electrónico y muy esporádicamente por teléfono. De alguna manera, ambos se conocían por las descripciones que se habían realizado uno para el otro cada vez que se comunicaban. Descripciones en ocasiones evasivas y en otras precisas, pero siempre denotaban una rendija de duda para mantener aún el deseo de volverse a comunicar y así seguir con el juego que en nombre de la amistad, se daban.
Después de un tiempo de conversaciones indirectas se presenta la oportunidad de encontrarse frente a frente, de mirarse los rostros que tanto se habían imaginado, de ver si el cuerpo que se habían imaginado era congruente con el que se habían dibujado con tanta precisión en sus mentes. Fue en una ocasión en que uno de ellos tuvo la oportunidad de viajar hasta donde el otro se encontraba para cumplir con unos compromisos laborales, sin embargo, como se lo contó a su amigo imaginario vuelto realidad, con toda honestidad, era también para conocerlo y quizá interiormente era más por eso que por lo otro.
La cita fue en un café, previamente pactada con toda precisión para que el encuentro no sea un intento frustrado como suele suceder en la vida de cualquier hombre, de manera que estos dos hombres sabían claramente lo que pretendían, pero en el fondo no querían darse cuenta, pues una dosis de autoengaño, también es una forma de estimular el deseo de seguir hacia delante para encontrar lo que aún no se tiene.
Él al ver que se acercaba, su corazón y su mente le dijeron él es, no puede ser otra persona, su rostro lo dice, pues anda en busca de alguien, y ese alguien eres tú, te ha encontrado salúdalo pues. Así fue, sus manos comenzaron a sudar, es natural a quién no le ha sucedido eso, hubo un momento en que no querían mirarse pues el impacto del encuentro era tan fuerte que pensaron que era mejor seguir en el anonimato. A pesar de ese impacto quisieron seguir adelante. Sentados ya en el café se presentó una conversación de mucho respeto, quizá un poco exagerado pero al final se suavizó y hasta fue agradable. Se intercambiaron sonrisas, apretón de manos, se comieron bocadillos, intercambio de experiencias y otras cosas más. Pero en sus mentes aún había una pregunta ¿Era esto lo que esperaba? ¿Este es el hombre que hablaba conmigo? Ambos querían dar una respuesta afirmativa a esas preguntas y parece que lo lograron, al menos eso es lo que ví, sus actitudes lo demostraban, sus gestos, sus caras, su andar, su voz, sus atenciones, su prestancia, sobre todo sus compromisos, compromisos al fin, unas realizables otras no.
Llegó lo crucial, lo esperado, lo inevitable, lo indeseable, lo deseable, lo posible y lo imposible, lo que puede ser causa de ruptura o de acercamiento u olvido. El hombre vive y transita a través de riesgos, en medio de lo real e irreal, ellos lo saben y lo afrontaron. Existe algo que nos permite o no, que se nos den las cosas y ese algo se interpuso entre ellos y acabó por decirles, no, o quizá todavía no, falta algo más.
Fue un encuentro fugaz, repentino, pero inolvidable, de esos momentos que captura la mente y allí se quedan para siempre, del que nada y nadie puede borrar. Era de esperarse, pues lo que bien nació, nadie y nada lo puede extinguir. Amistad, siempre serás la causa de encuentros y desencuentros, gracias Amor por ser aún motivo de atracción entre los hombres, pero también de fatalidades.
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